Resumen:
Decía Juan Francisco de Castro en 1765 que “mucho importa al sosiego público grandes abogados que unan muchas letras y experiencia a una sólida virtud”. Esta frase condensa toda la tradición del antiguo régimen sobre la abogacía. Aquí nos ocuparemos, parcialmente, de uno de sus extremos: la experiencia. Pero no la acumulada después de muchos años de postular, sino la inicial, la que se requería antes de poder tomar la dirección de litigios y que suele denominarse pasantía o tirocinio profesional. El principal foco de nuestra atención es la Nueva España desde la década de los setenta del siglo XVIII hasta finales de la dominación española. Sin embargo, dada la escasez de documentación, excepcionalmente haremos referencia a realidades algo anteriores y posteriores. Hemos tratado de hacer este trabajo con fuentes documentales que ilustren la realidad de la práctica novohispana y, por ende, hemos guardado una prudente distancia de las sátiras, por cierto, muy abundantes, y del marco normativo. Además, ambas cosas son bastante conocidas.