En este escrito se valora el papel insustituible del profesor como formador de personalidades. Se revisa la idea de formación como acción de mejora del ser humano, en tanto que la persona tiene una naturaleza perfectible. A continuación se describen los tres tipos de hábitos (intelectuales, técnicos y del carácter) que hacen posible la perfección de la persona. Después, se relacionan los hábitos y los aprendizajes. El artículo finaliza con una propuesta de las actividades que puede realizar el profesor para lograr que su papel sea de formador de personalidades.
Eng Duarte, J. A. (2001). El papel del profesor como formador de personalidades. Revista panamericana de pedagogía : saberes y quehaceres del pedagogo, 2, 125-138.