Cuando el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) se describió por primera vez en el año de 1981, la enfermedad parecía estar circunscrita a un solo país y a un cierto grupo de la sociedad caracterizado por su orientación sexual. No obstante, hacía ya casi un decenio que la enfermedad se propagaba en forma silenciosa. Los siguientes dos o tres años a su descripción, representan una segunda fase en la que el Sida entró de lleno en la conciencia de la comunidad científica internacional como un hecho inesperado de alcances ilimitados. Aun cuando apenas se comienza a entender el significado y la gravedad de los daños causados, y a reaccionar frente a sus implicaciones económicas, políticas y jurídicas y los retos que plantea para el futuro; la actualidad es evidente que nos encontramos en presencia e una pandemia mundial que amenaza la vida de millones de seres humanos mientras se siga extendiendo en forma paulatina e inexorable por todos los rincones del planeta.