Educar exige conocer el por qué, el para qué y el cómo de la educación. Es una tarea que requiere de un compromiso permanente entre familia y escuela. Siendo estas instituciones, dos ámbitos esenciales en la educación y por ende en la orientación vocacional del individuo. De la relación entre ambas dependerá que los alumnos puedan recibir una propuesta educativa coherente y una orientación vocacional adecuada que les permita ser y enseñar a ser hombres y mujeres de bien. Por ello, abordar el tema de la relación familia-escuela en la orientación vocacional y en específico del adolescente, resulta más que importante imprescindible. Sobre todo, cuando nos damos cuenta que reiterativamente la elección de una profesión constituye un problema serio, difícil de enfrentar y asumir por la mayoría de los estudiantes y sus familias. Es común escuchar a los padres comentar, sobre todo, en la última etapa escolar del bachillerato, que los hijos aún no saben qué carrera van a estudiar o bien, que durante el primer año de estudio de la carrera elegida se deciden por otra distinta. Es frecuente también, distinguir en las escuelas alumnos: apáticos, indecisos, preocupados, angustiados, en fin, imposibilitados para tomar una decisión debido a la inadecuada orientación vocacional y familiar recibida