Después de un largo proceso histórico en el campo mexicano, posterior al movimiento revolucionario de 1910, y en el cual el reparto agrario es el punto central de la política agraria del país, a 82 años, la situación que vivo el campesino obliga a un replanteamiento en la concepción del reparto agrario, ya que la realidad nos indica que han sido repartidas en su totalidad las tierras y algunas de ellas que eran otorgadas para satisfacer necesidades de un núcleo de población, pertenecen a un núcleo distinto, o bien pertenecen a pequeños propietarios que tienen la tierra en explotación, lo que ocasionaba frecuentemente conflictos de carácter social o impedía la seguridad en la tenencia de la tierra por parte de sus legítimos propietarios; situación que se reflejaba en una baja producción, generándose a su vez una crisis en el sector rural.