La turbulencia que caracteriza los últimos años del siglo XX y el principio del XXI coincide con la transformación en los roles tradicionales hombre-mujer. La irrupción femenina al trabajo remunerado ha desestabilizado el equilibrio económico-social existente. Lo que no cambia es el papel preponderante que la mujer posee en la realización de determinadas tareas: cuidado de los ancianos, enfermos y niños, y para las que no existe un sustituto en la sociedad.
Es una realidad que la estructura laboral se organiza como si no existiera más obligación para la mujer trabajadora, que la propia tarea en la organización; lo que se plantea como una renuncia al cuidado de los hijos y del hogar.
El presente escrito pretende reflexionar acerca de lo que supondría una reestructuración creativa: la conciliación de la vida familiar y la actividad profesional, mediante el análisis de los postulados de algunas corrientes feministas.