Este artículo defiende un punto de vista empirista en relación al problema de la justificación del conocimiento. La posición, inspirada en algunos escritos del último Quine, rechaza al mismo tiempo el compromiso empirista ingenuo con el mito de lo dado y la tesis radical de la teoricidad de la percepción, buscando una posición intermedia entre estos extremos. El trabajo incluye, como paso previo a la presentación del punto de vista propositivo, una crítica al así llamado “empirismo mínimo” de J. McDowell.