La objeción de conciencia constituye un tema que viene siendo contemplado, desde hace largos años, incluso hoy en día, con mucho recelo y desconfianza; no sólo por el poder político, sino también por algunos ciudadanos. Y este recelo y desconfianza no solo está presente en países que han padecido largos períodos de dictadura, sino que también en países de larga tradición democrática el reconocimiento legislativo de la objeción de conciencia se ha realizado no sin drama, tensiones y cierta polémica, en vez de ser reconocida casi con la naturalidad de una consecuencia lógica a un sistema político fundado en el respeto de los derechos y libertades de la persona.