Nuestro primer contacto con el mundo exterior generalmente lo tenemos a través del jardín de niños. Es ahí donde convivimos con nuestros pares y aprendemos a seguir instrucciones de nuevas autoridades fuera de la familia. El jardín de niños es la etapa que nos da los fundamentos para volvernos personas adultas responsables, creativas, curiosas, obedientes y que pueden convivir en armonía ya que, aunque llegamos con conocimientos, actitudes, aptitudes y habilidades de casa; este lugar está dedicado especialmente a desarrollar competencias que nos permitan perfeccionarnos en todos los ámbitos de nuestras vidas. Es aquí donde reforzamos nuestras habilidades comunicativas para relacionarnos con otras personas y con el medio ambiente. La saturación de información y mensajes publicitarios, así como la sobrepoblación de medios de comunicación irresponsables que existen en nuestra comunidad, han hecho que la mayoría de la gente perciba a la comunicación como mera difusión de mensajes y no se preocupen por desarrollar su potencial comunicativo personal. Por otro lado, la imagen de los que nos dedicamos a impartir conocimientos ha sido minimizada. Educar va más allá de sentarse en un escritorio frente a un grupo de alumnos. Es encaminar experiencias, conocimientos y por qué no, dar consejos. Se trata de guiar a los educandos durante un proceso de descubrimiento de conceptos, valores, actitudes y destrezas con el fin de que lleguen a ser mejores personas