Una de las corrientes filosóficas más importantes y estudiadas del siglo XX es el personalismo. Grandes autores desfilan en este grupo, como Gabriel Marcel, Karol Wojtyla, Emmanuel Mounier, Simone Weil, entre otros pensadores. De esta corriente viva sobresale Maurice Nédoncelle (1905-1976), de origen francés, filósofo, teólogo y sacerdote católico, que puede considerarse una figura filosófica importante, pero poco conocida. Este pensador se formó en el Seminario de San Sulpicio y La Sorbona. Recibió la influencia de Bergson, Blondel, Brunschvicg y Max Scheler. Conoció a Mounier y dialogó con él. De hecho, fue invitado a publicar textos en la revista Esprit y a ser miembro del círculo personalista, pero se rehusó a ello en virtud de que no compartía con el grupo todos sus puntos de vista sociales y políticos. Impartió clases en la Universidad de Estrasburgo, de cuya facultad de teología fue decano. Entre sus temas más destacados se encuentran el acercamiento de la antropología a la fenomenología, la reflexión sobre lo intersubjetivo desde la racionalidad, así como el estudio del amor entendido desde la interpersonalidad en el seno de la teología católica.