<jats:p>En sus textos de juventud, san Agustín objeta el escepticismo, que niega la posibilidad de 
conocimiento y de enseñanza; esta negación, de origen lingüístico, declara la imposibilidad de relacionar la palabra con la realidad. Agustín extrema el análisis sobre el signo y concluye con su famoso “en ningún caso, entonces, aprende” creando uno de los aspectos más originales de su pensamiento: escuchar tiene sentido si pone al receptor en contacto con la verdad interior. Esta teoría no niega la realidad del intelecto humano, sino que la supone, en los mismos términos que lo creado se distingue de lo increado.</jats:p>