En el año 2007 el área más grande de la Universidad de México (humanidades), integrada por las carreras de Filosofía, Pedagogía y Psicología decidió cambiar su organigrama. Los cambios propuestos por el Director General del área en colaboración con los Directores de las tres carreras representaron importantes modificaciones tanto en las actividades y puestos de los empleados del área, corno en los horarios de algunos de ellos. El problema fue que los directivos no supieron transmitir correcta ni oportunamente los motivos que originaron dicho cambio, tampoco la forma correcta de llevarlo a cabo y como consecuencia se generó un ambiente de descontento, miedo, incertidumbre, resistencia y desmotivación entre el personal. Tampoco se involucró a los empleados, motivo por el cual nunca se sintieron parte del proceso de cambio. Como resultado de lo anterior, el área vivió este proceso como una imposición que afectó completamente el éxito de la implementación del cambio organizacional en cuestión.