Nadie puede poner válidamente en tela de juicio la estrecha relación que existe entre las actividades propias del ámbito jurídico y la lengua: redacción de contratos; otorgamientos de escrituras notariales; formulación de leyes, reglamentos, circulares; dictamen de sentencias; exposiciones doctrinales; lectura de cátedras; actuaciones forenses, son sólo algunos ejemplos que lo corroboran.