La base en que se fundamentan la familia y la sociedad es religiosa; por eso no pueden ser regidas por un ente extrínseco, como es el Estado. Dios nos ha querido familiares. La familia es una imitación de lo divino, de lo Absoluto, en un mundo imperfecto. Su fundamento es el amor, que no es posesión del otro, sino confianza en el otro. Amor y confianza llevan al sacrificio, a la entrega de los gustos, afectos y tendencias al otro, como ocurre en la familia entre los esposos y con los hijos. Esto se aprende en el hogar, por “ósmosis familiar”, en un ambiente de gratitud y confianza entre el que da y el que recibe. Ahí se encuentra el primer y último sentido de la entrega de la vida.
Argadoña, A. (2023). Libro: Alvira Domínguez, Rafael y Rafael Hurtado Domínguez. Oikía y Polis. Pamplona: EUNSA, 2023. 147 pp. Conocimiento y Acción, (V), 71–75. https://doi.org/10.21555/cya.iV.2.291