En la Roma Antigua el hecho de que el hombre y la mujer tuvieran actividades separadas y distintas entre sí no fue sino el resultado de la invención, desde los primeros tiempos, de ciertos modelos religiosos, políticos y jurídicos precisos, los cuales atribuyeron a ambos sexos familiares, papeles sociales y condiciones jurídicas diferentes que habrían de perdurar a través de los siglos.