Todo acto de amor es una dádiva, un don. El acto de amor por el que dos personas se comprometen en matrimonio, es una entrega de la propia persona a la persona del amado. Esta entrega presupone cierta auto posesión de quien se dona. No podemos darnos a nosotros mismos, si previamente no nos poseemos; y esta posesión se va logrando con la madurez. El amor, para que realmente lo sea, debe ser libre y será tanto más libre cuanto mejor sea nuestro propio conocimiento y el conocimiento del otro.