La tarea de educar requiere que sean muchos los agentes que influyen sobre un mismo educando; en el caso de la familia y la escuela, éstas deberán coordinarse para lograr una real educación integral. La familia es el ámbito original y el principio de la educación, dentro del cual, y en situaciones comunes, la persona se prepara para la vida misma. No obstante, siendo el hombre un ser social por naturaleza, que participa y recibe de los bienes de la sociedad, y está llamado a contribuir con el bien común, necesitará entonces de la misma, como medio indispensable para alcanzar su perfeccionamiento. La escuela complementa la acción educativa familiar, al mismo tiempo tiene la finalidad de conducir al alumno a que acepte la vida social y conozca su medio, para que de ese modo se vaya insertando poco a poco en la sociedad. Lo anterior no es sencillo, pues cada vez tiene mayor influencia el hecho de que la sociedad con sus antivalores manejados muchas veces por los medios de comunicación, representan una amenaza para la formación de los valores y las virtudes que se enseñan en la familia, y ésta, en ocasiones, no cuenta con los medios necesarios para contrarrestar esta influencia negativa; por ello, siendo la escuela subsidiaria de la misma, aparece como complemento auxiliar en esta tarea. Es entonces cuando surge la necesidad de que ambas instituciones, familia y escuela, se relacionen para el desarrollo armónico de la educación integral del hijo y alumno.