José María Vigil (1829-1909) y Antonio Caso (1883-1946) fueron dos defensores de la democracia liberal y de la posibilidad de un limitado, aunque efectivo, manejo consciente de los asuntos públicos y sociales dentro de los contextos adversos de México durante la administración de Porfirio Díaz y en el periodo post-revolucionario. Ambos autores basan sus posiciones en una crítica concerniente al positivismo y al determinismo social, que apuntaría hacia una manera de pensar muy distante del pensamiento subjetivista, aunque muy cercana a un “realismo directo” epistemológico que establece que el mundo no es de hecho una construcción subjetiva o intersubjetiva que debe interpretarse subjetiva o intersubjetivamente. Sin embargo, esto no es algo que pueda saberse a través de una copia mental o representación de sus entidades y procesos. Tal vez el defensor más evocador del realismo directo en la historia ha sido el filósofo escocés del siglo XVIII, Thomas Reid (1710-1796), un gran “sensocomunista” explícitamente recuperado por Vigil y reivindicado tácitamente por Antonio Caso.