El compromiso político de construir un espacio europeo de educación superior (EEES) —adoptado formalmente en la Declaración de Bolonia, 1999— sumerge a la universidad europea en un complejo proceso de reestructuración a fin de armonizar —no unificar— las estructuras de educación superior europeas antes del año 2010. El llamado EEES responde a varias motivaciones: un afán por conseguir un sistema común de titulaciones que asegure el reconocimiento y compatibilidad de los estudios realizados en los diversos países europeos; un empeño por franquear las fronteras nacionales de las distintas instituciones de educación superior; el deseo de fomentar la movilidad académica de profesores, estudiantes y personal administrativo; la necesidad de dar respuesta a las exigencias de un mercado laboral cada día más unificado a nivel europeo, favoreciendo la integración laboral de todos los titulados europeos. Se trata de una iniciativa conjunta encaminada a aumentar la competitividad del sistema de educación superior y por ello preocupada por la garantía de su calidad.