Ante el bombardeo indiscriminado de información y desinformación, publicidad y manipulación, diversiones y espectáculos sanos e insanos, influencias positivas y negativas de parientes, amigos e incluso de instituciones que supuestamente poseen una función formativa pero que, con frecuencia, deforman y desorientan, la familia —hoy más que nunca— requiere profundizar, en su papel educativo, en una de las esferas más delicadas de la personalidad: la conciencia moral.